El Proyecto Islero fue un intento de España, durante la dictadura de Franco y las primeras etapas de la transición democrática, para desarrollar su propia bomba atómica. Este proyecto es uno de los más secretos del franquismo, buscaba dotar a España de los medios para una política exterior y de defensa independiente, una visión que era parte de la ideología nacionalista del régimen. Proyecto inicial Este proyecto fue concebido a finales de los años 50, tras la independencia de >Marruecos y la guerra de Ifni, con el objetivo de contener las ambiciones territori8ales de Marruecos y disuadirlo de invadir Ceuta, Melilla, las Islas Canarias y el Sáhara. La ayuda tecnológica francesa, en particular para la construcción de un reactor nuclear, fue crucial, ya que Charles de Gaulle apoyaba la idea de una potencia europea aliada y reacia a la OTAN. Sin embargo, el proyecto enfrentó varios contratiempos y no prosperó inicialmente. El "incidente de Palomares" en 1966, donde se
El primer hijo de Felipe II es uno de los máximos exponentes de las consecuencias de la endogamia practicada por la Casa de los Habsburgo. Solo tenía cuatro bisabuelos, cuando lo normal es tener ocho,
Su delicado estado de salud, con fiebres persistentes, motivó que en 1561 los médicos de la corte recomendaran fijar su residencia en Alcalá de Henares, alejándose de los aires insalubres de Madrid.
Su muerte fue aprovechada por los enemigos de su padre para propiciar su leyenda negra acusándole de haberle mandado asesinar.
Carlos de Austria por S. Coello |
Una infancia difícil
Carlos de Austria, el hijo de
Felipe II y su primera esposa María Manuela de Portugal, nació en Valladolid un
8 de julio de 1545.
Cuando
contaba quince años de edad se le proclamó príncipe de Asturias, pero siempre
se caracterizó por su complexión débil y enfermiza, no en vano, sus padres eran
primos por partida doble (Carlos en lugar de tener 8 bisabuelos y 16 tatarabuelos,
como es lo habitual, solo tenia 4 bisabuelos y 6 tatarabuelos, debido a la
cosanguinidad de su familia).
Su
desarrollo físico fue también deficiente a causa de haber enfermado de malaria
a los 11 años, una plaga que asoló la Corte y afectó
al joven, quizás más vulnerable que el resto por sus
deficientes genes, lo que le provocó un desarrollo anómalo de la columna vertebral y
las piernas, de modo que no podía caminar erguido y cojeaba.
Carlos,
que quedó huérfano de madre a los cuatro días de nacer, y se crió primero en
compañía de sus tías y tras las bodas de estas con familiares cercanos, pues su
padre no estuvo en España de 1548 a 1551 ni de 1554 a 1559.
Carlos de Austria por S. Coello |
Parece
que estaba siempre aquejado por fiebres (seguramente paludismo), que tenía un
hombro mas bajo que el otro seguramente por raquitismo, aunque lo que mas
destaca de sus antecedentes es su extrema crueldad. Se cuenta por ejemplo, aunque sin
excesivo rigor, que de niño cegó una vez a los caballos del establo real y que
gustaba de asar liebres, y otros animales similares, vivos.
Estos
antecedentes junto por su gusto por azotar a las criadas, maltratar a sus
vasallos, parece, según los expertos, que apuntan hacia una psicopatía.
Una
juventud rebelde
Su delicado estado de salud, con fiebres persistentes, motivó que en 1561 los médicos de la corte recomendaran fijar su residencia en Alcalá de Henares, alejándose de los aires insalubres de Madrid.
Fue
educado en la Universidad de Alcalá de Henares, pero al parecer tenía poco
interés en los estudios y fue un gran reto enseñarle a leer y escribir.
Un año
después de estar residiendo en la citada villa, el joven Carlos se cayó por las
escaleras persiguiendo a una sirvienta. El golpe en la cabeza le provocó una lesión en el cerebro.
Se
probaron muchos tratamientos para su curación (los médicos llegaron
a desahuciar al joven), dándole apenas cuatro horas de vida, desde curanderos a ponerle a los
pies de la cama la momia del santo franciscano Diego de Alcalá a la espera de
un milagro, pero finalmente el insigne médico belga de la corte, Andrés
Vesalio, le realizó una trepanación (práctica
consistente en agujerear el cráneo con el objetivo de eliminar enfermedades
consideradas de origen cerebral) que lejos de curarle se le presumieron daños
irreparables.
Su padre Felipe II de España |
La operación le salvó la vida, pero
tras su caída nunca volvió a ser el mismo. Las fiebres que le afectaban
periódicamente, empezaron a
repetirse. Se acrecentó su temperamento
impulsivo y violento, la crueldad y sus excentricidades. Tenía frecuentes
cambios de humor y perdía a menudo los estribos y decía lo primero que se le
pasaba por la cabeza.
Por el miedo de los embajadores a que
se interceptaran sus informes y el rey pudiera ofenderse, muchas de las
actuaciones contra el joven no han podido ser documentadas y se
basan en testimonios indirectos. Pero consta, por la
correspondencia del embajador Nobili, que Carlos de Austria frecuentaba «con poca dignidad y mucha arrogancia»
los burdeles madrileños y
trataba con violencia al servicio.
Mal que
bien, Carlos se recuperó, pero desde entonces empezó a exigir a su padre (las relaciones entre padre e hijo
no fueron nunca fáciles y el príncipe se quejaba de su falta de confianza) atribuciones y
responsabilidades de Estado. Tras pensárselo mucho, y en un último intento de
fingir normalidad, el rey le nombró miembro del Consejo de Estado en 1564. Pero
esto enfureció aún más al joven que sabía que este era solamente una órgano de consulta
ya que todas las decisiones las tomaba realmente el monarca.
Su madre María Manuela de Portugal |
También
barajó, por aquel entonces, Felipe II la
posibilidad de casarlo con María Estuardo (la que fuera después reina de
Escocia), un matrimonio arriesgado, pues suscitaría la enemistad de Francia,
Inglaterra y posiblemente del Sacro Imperio Romano Germánico, o con Ana de
Austria (que sería después su cuarta esposa). Estas razones, unidas a la
personalidad del príncipe, hicieron que su padre fuera enfriando las
negociaciones.
Pero las prioridades del joven príncipe
eran otras. Carlos
quería gobernar los Países Bajos (en ese momento en rebeldía contra Felipe II)
como su padre le prometió en 1559, pero la inestabilidad en aquellos
territorios unido a la desconfianza del monarca por la supuesta mala salud
mental de su hijo del hicieron que incumpliese dicha promesa.
Ante la pasividad
de su padre por darle responsabilidades, Carlos se desesperaba, además, veía
que habiéndole engendrado tan joven,
todavía le quedaba mucho tiempo de reinado.
Su bisabuela Juana I de España |
Un
problema, una solución
Carlos
se obsesionó con los Países Bajos y contactó en 1565
con varios líderes rebeldes para organizar su viaje a Bruselas, donde pretendía
proclamarse su soberano. Su plan llegó a oídos del rey (por medio del duque de Alba) que
abortó su intento.
Tras
esto, Carlos intentó llegar a la Países Bajos pidiéndole a su tío Juan de
Austria que lo llevara a Italia. Pero el rey volvió a ser informado por su
hermano bastardo. La rabia entonces se apoderó del príncipe que intentó matar
al futuro héroe de Lepanto.
El
príncipe volvió a cometer nuevos excesos, como mandar incendiar una casa desde
la que se lanzaron unas aguas sucias que le mancharon, el intento público de
apuñalar al duque de Alba, que había de partir hacia Flandes en su lugar, o
arrojar por una ventana a un paje cuyo comportamiento le molestó, etc.
Imposibilitado
de controlar la situación, finalmente, Felipe
II mandó el 18 de enero de 1568 encerrar a su hijo en sus
aposentos. Pero su correspondencia privada sacó a la luz,
se dice, una conspiración (a la que ningún noble le prestó mucha atención) para
acabar con la vida de Felipe II.
Su bisabuelo Felipe de Habsburgo |
El rey entonces mandó encerrarlo en la torre del Alcázar de Madrid
(se le acusó de conspirar contra su padre) sin recibir correspondencia y con
limitada comunicación con el mundo exterior. Como el príncipe amenazó con
quitarse la vida, Felipe II ordenó que no pudiese tener cuchillos ni tenedores
y decretó su cautiverio indefinido en el
Castillo de Arévalo.
Durante los seis meses que el Príncipe
permaneció cautivo, el príncipe trató de emprender una huelga de hambre como protesta. También,
cada vez que sufría los súbitos cambios de temperatura, debido a haber padecido
malaria, ordenaba llenar su
cama de nieve así como beber agua helada en grandes cantidades, lo cual terminó consumiendo su quebradiza salud.
Falleció, probablemente de diarrea, el 28 de julio de 1568. Le faltaban 20 días para cumplir 23 años
de edad.
Su bisabuelo Manuel I de Portugal |
¿Víctima o enfermo mental?
Las vagas explicaciones de Felipe II a
la opinión pública, así como a los gobernantes de Europa, y su
empeño por destruir las cartas que incriminaban a su hijo (buscando tal vez ocultar la mala
salud mental de su heredero) sirvieron para que sus enemigos usaran la muerte
de Carlos de Austria en su contra y alimentaran su leyenda negra que los
holandeses, franceses e ingleses usaban en perjuicio del Imperio español.
La ópera «Don Carlo» escrita por Giuseppe
Verdi siglos
después y un drama del poeta alemán Schiller tomaron por referencia el ensayo
«Apología», de Guillermo de Orange, que presenta la vida del Príncipe de forma
muy distorsionada. El holandés hablaba de una relación amorosa entre
Don Carlos y la esposa de su padre, Isabel
de Valois, y colocó al joven como adalid de la independencia
holandesa y a Felipe II como un rey malvado asesino de ambos.
Su bisabuela María de Aragón |
La propaganda holandesa, encabezada por Guillermo de Orange,
aprovechó y acusó directamente al rey de ordenar el asesinato de su hijo y
argumentó que lo único que quería el joven príncipe era acabar con la tiranía
de su padre en los Países Bajos.
Sin
embargo, muchos historiadores afirman que Felipe II fue
excesivamente permisivo con la actitud de su hijo, el cual arrastraba problemas
mentales desde que era niño.
Indudablemente, los matrimonios cosanguíneos de los Austrias, sobre todo con Portugal, pasaron factura acumulativa a la estirpe.Según estudios recientes, el primer hijo de Felipe II es el máximo
exponente de las consecuencias de la endogamia practicada por la Casa de los Habsburgo. Por
ello, la sangre del príncipe Carlos portaba un
coeficiente de consanguinidad de 0,211 –casi el mismo que resulta de una
unión entre hermanos y solo por debajo de Carlos II, un 0,254 –.
No obstante, los trabajos
históricos actuales consideran que los genes no estaban directamente relacionados
con la locura del príncipe. Así, el heredero a la Corona fue un niño
relativamente normal, de inteligencia media-baja, que no sufrió graves
episodios de demencia hasta la edad adulta.
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