El Santo Grial es uno de los objetos más misteriosos y fascinantes de la historia y de la leyenda. Se trata de la copa o el plato que se utilizó en la Última Cena de Jesucristo, y que según algunas tradiciones, también recogió su sangre en la cruz. El Santo Grial ha sido objeto de búsqueda, veneración y controversia a lo largo de los siglos, y ha inspirado numerosas obras de arte, literatura y cine. Santo Grial de Valencia ¿Qué es el Santo Grial? El Santo Grial es un término que proviene del francés antiguo “san graal” o “san greal” , que significa “santo plato” o “santo vaso” . El origen de este término se remonta al siglo XII, cuando aparecieron los primeros relatos literarios que mencionaban el Santo Grial como un objeto sagrado y maravilloso, relacionado con la vida y la muerte de Jesucristo. Sin embargo, el concepto del Santo Grial es mucho más antiguo y complejo, y se ha ido enriqueciendo y transformando con el paso del tiempo y con la influencia de diversas culturas y tr
Urdaneta fue militar, cosmógrafo, marino y
explorador que participó en numerosas expediciones de su tiempo.
Su gran descubrimiento fue encontrar, y documentar, una ruta en el océano Pacífico enlazando Filipinas con
Acapulco que aún hoy se sigue utilizando.
Ruta del tornaviaje
|
Un
marino diestro
Andrés
de Urdaneta y Cerain nació en la localidad guipuzcoana de Ordicia (España)
probablemente hacia 1508 en el seno de una familia hidalga.
Aunque
se desconoce donde, al parecer tuvo una esmerada educación, principalmente en
los autores clásicos, Filosofía y matemáticas.
Se
inició la carrera militar muy joven. Con diecisiete años formó parte, junto a Juan Sebastián
Elcano, de la expedición de García Jofre de Loaísa, que realizó numerosos
descubrimientos geográficos y marítimos.
Esta
travesía fue una sucesión de desastres,
calamidades y deserciones. Durante el viaje murieron, entre otros, el Almirante
Loaísa y Elcano. Tres de las naves no llegaron a cruzar el estrecho de
Magallanes y sólo una, la Santa María de la Victoria, alcanzó las
Molucas, donde a lo largo de un año la tripulación tuvo que enfrentarse con los
portugueses. Once años más tarde, tras sufrir innumerables vicisitudes a lo
largo de un durísimo y amargo viaje, sólo 24 hombres de esta nave regresaron a
España, entre ellos Urdaneta que fue quien se puso al mando de la expedición y
de la única nao que quedaba.
En esta
expedición, Urdaneta reunió una importante cantidad de información geográfica e
histórica, parte de la cual le fue arrebatada por los portugueses en la ciudad
de Lisboa.
Urdaneta
|
Al poner
pie en España fue recibido por Carlos V, a quien entregó una memoria de su
conocimiento sobre el viaje y acerca de esas ansiadas islas. De su estancia en
las Molucas regresó con una hija que entregó a su hermano en adopción.
Unos dos
años después, en 1538, se traslada a vivir a Nueva España (México) donde el virrey Pedro Alvarado,
le otorgarle varios cargos oficiales importantes en la provincia (corregidor de la mitad de los
pueblos de la zona de Avalos y el de visitador de las localidades de Zapotán y
Puerto de Navidad).
Sorprendentemente,
en marzo de 1553, a sus 45 años, ingresa como fraile en la orden de San Agustín
en un convento de la capital mexicana.
Sin
embargo, durante el reinado de Felipe II volvió el interés por la expansión por
el océano Pacífico, especialmente por las islas Filipinas.
El rey
escribió una carta al Virrey en la que ordenaba que se construyeran nuevas
naves para proseguir con los descubrimientos. Luis de Velasco, ahora nuevo
virrey de la Nueva España, informó al monarca de que Andrés de Urdaneta, que
vivía allí retirado en un convento, podría serles de mucha utilidad. El
monarca, pues, también escribió a Urdaneta para pedirle que, como servicio a la
monarquía y debido a su experiencia, se pusiese al mando de una nueva
expedición a las
Molucas y Filipinas.
Urdaneta como fraile |
Urdaneta, pese a su avanzada edad y delicado estado de salud aceptó, aunque no como capitán, sino en cargo de asesor.
Para
comandar la misma, Urdaneta sugirió -sugerencia que fue aceptada-, el nombre de
Miguel López de Legazpi, quien fue escribano y alcalde ordinario de la ciudad
de México. Sin embargo, la muerte del virrey Velasco retrasó la expedición
durante cinco años. Tras ese tiempo, finalmente, se reunió una flota.
El
tornaviaje
Una vez
descubierto por Colón el nuevo continente, siempre interesó encontrar una ruta
marítima hacia el este desde el archipiélago filipino hasta América, es decir, en sentido
contrario al del viaje emprendido por Magallanes en su expedición de 1519-1522,
para encontrar el paso por el extremo meridional de América.
La ruta
de vuelta desde las Filipinas por
el Oeste era estratégicamente muy importante, pues permitiría a la Nueva España
el comercio con el Este de Asia sin navegar por aguas controladas por los
portugueses en las Molucas, India y África, por eso, los preparativos del viaje
se llevaron a cabo con una discreción absoluta. Tres expediciones anteriores habían fracasado.
Los
barcos de la flota del tornaviaje (viaje de vuelta) se construyeron en Acapulco,
Nueva España, y medían 28 metros de eslora. Estaba compuesta por la Capitana, donde iban Legazpi y
Urdaneta, los galeones San
Pablo y San Pedro y las gabarras San Juan y San
Lucas.
Galeón español de la época |
Urdaneta,
seleccionó cuidadosamente a la tripulación para conseguir cohesión social y
evitar motines. Incluyó un 33 % de guipuzcoanos elegidos en la Nueva
España y que ya se conocían, en total, doscientos hombres de armas y cinco
frailes agustinos.
La
expedición zarpa (Urdaneta
en ese momento tenía 57 años) al mando de Legazpi, el 21 de noviembre de 1564 del puerto de La
Navidad, en Nueva España (actualmente Barra de Navidad, Jalisco, México). La
ida a Filipinas se desarrolló en dos meses con los vientos alisios a favor
siguiendo una ruta ya conocida.
En
Filipinas permanecieron cuatro meses reparando los barcos y esperando el tiempo
a favor para iniciar el regreso a primeros de junio navegando hacia el norte
buscando hallar una corriente favorable que los llevara nuevamente hasta
América.
Para el
regreso, Urdaneta zarpó de San Miguel, Filipinas, a bordo de la nao San Pedro,
el 1 de junio de 1565, y puso rumbo
nordeste aprovechando el monzón del Suroeste. Ascendió hasta el paralelo 40,
donde encontró la corriente de Kuro Siwo que
les llevó por el océano Pacífico hasta el cabo Mendocino (nombre que le puso el
propio Urdaneta en honor al virrey Antonio de Mendoza) en la isla de Santa
Rosa, en la costa de California.
Desde
allí, costearon rumbo sur hasta Acapulco, Nueva Españaa
donde llegaron el 8 de octubre de 1565, tras haber recorrido 7 644 millas náuticas (14 157 km)
en 130 días, algo más de cuatro meses, una media de 59 millas náuticas
(109 km) por día. Los cálculos de
Urdaneta habían resultado más que acertados.
Pero al
llegar a su destino, Urdaneta descubrió que un capitán de la expedición, Alonso de Avellano, que se había
separado de la flota desde Filipinas, había alcanzado primero la vuelta hasta
el puerto de Navidad en agosto. Urdaneta, inmediatamente, se presentó ante la
Real Audiencia para informar del suceso y luego siguió a Arellano hasta la
corte de Madrid para ser él el que diera cuenta de “su” hallazgo y aquel no se
lo apropiara.
Tras
informar personalmente al rey Felipe II de
su descubrimiento (también lo dejó todo escrito en varios libros), Andrés de
Urdaneta regresó a su convento de Nueva España, donde fallece el 3 de junio de
1568 a los 60 años de edad.
Ruta empleada por Legazpi en Filipinas |
El
convento sufrió un incendio posteriormente y el actual reconstruido se
convirtió posteriormente en la Biblioteca Nacional de México. Los restos
reposan probablemente bajo el claustro del convento.
Legado
de Urdaneta
El llamado “tornaviaje” o “viaje
de vuelta” de Urdaneta, llevado a cabo más de 40 años después del viaje de ida
de Magallanes, supuso el establecimiento de una ruta que desde entonces se
conoció como la del Galeón de Manila (o de Acapulco, o Nao de China) que era el nombre con el que se conocían las naves españolas
que cruzaban el océano Pacífico una o dos veces por año entre Manila
(Filipinas) y los puertos de Nueva España 8hoy México), principalmente, y que
permitió llevar a Europa, pasando por Manila y Acapulco y de allí a Cádiz y
Sevilla con la Flota de Indias, valiosas mercancías como sedas, porcelanas, té
y otros productos exóticos de los países asiáticos. Por otra parte, de México y
Perú se mandaba a Filipinas la plata necesaria para abastecer a la Capitanía
General de Filipinas.
El logro de Urdaneta se
aprovechó de inmediato y gracias a él las naves españolas emplearon esta ruta
durante los siguientes 250 años, particular el Galeón de Manila que recorría el trayecto
Acapulco-Manila-Acapulco.
En 1813,
las Cortes de Cádiz decretaron la
supresión del empleo español de la ruta del galeón, decisión ratificada por
Fernando VII.
No
obstante, hoy día esta travesía sigue siendo una de las principales rutas
marítimas del mundo moderno.
Sin
embargo, y a pesar de su gran hazaña, Amdrés de Urdaneta ha permanecido siempre
como uno de los descubridores más desconocidos de su tiempo.
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